Existen dos grandes guerras narradas en las leyendas de la Mitología Griega. Una es sobradamente conocida, el famoso asedio y saqueo de Troya. Sin embargo con anterioridad ocurrió otro gran conflicto bélico, en otra ciudad, Tebas. Según muchos autores, estas dos guerras, fueron urdidas por el mismísimo Zeus con la intención a aligerar la cantidad de población que existía, y que consideraba excesivo. Sea así o no, ambas tienen un origen más terrenal y en este artículo contaremos como se desarrolló la segunda.
Esta guerra, por el control del trono de Tebas, se produjo en dos episodios. El primero conocido como “Los 7 contra Tebas”, que tratamos en esta entrada, que acabaría en fracaso, y un segundo protagonizado por los descendientes de estos primeros, al que se conoce como “Los Epígonos”, que acabaría con la toma de la ciudad.
El origen de este conflicto se encuentra en los hechos relacionados con la tragedia del rey de la ciudad, Edipo, tras conocer éste, que hacía años había matado a su padre, Layo, rey de Tebas, al cual no conocía, y tras vencer a la Esfinge, le concedieron el trono de la ciudad y la mano de la esposa del anterior rey y a la par su madre, Yocasta, a la cual también desconocía, con la que había tendría dos hijas, Antígona e Ismene y dos hijos Eteocles y Polinices. Todo esto provocó el suicidio de su esposa/madre y su automutilación, cegándose.
Tras estos sucesos, hay dos versiones sobre el destino de Edipo. En una de ellas, reinaría hasta su muerte la ciudad, muriendo en una batalla. Sin embargo en la versión más conocida, por la tragedias escritas por Esquilo y Eurípides entre otros, es desterrado de la ciudad por Creonte, el recurrente rey regente de la ciudad, cargó que ocupó en varias ocasiones y hermano de su difunta esposa/madre, comenzando un penoso deambular acompañado de su hija/hermana, Antígona, hasta llegar las región del Ática, cerca de la ciudad de Colono, territorios gobernados por el héroe Teseo.
Sin embargo antes de marchar, había lanzado una serie de maldiciones sobre sus hijos varones, que deberían heredar el trono. Estas maldiciones eran el productos de una serie de actos de desprecio e insultantes de estos hacia Edipo, tras los hechos anteriores, concretamente 3 hechos los provocaron. El primero le sirvieron la comida en la mesa de plata y la copa de oro de Cadmo, rey fundador de la ciudad y antepasado del Edipo, pese a la prohibición expresa de éste ya que le recordaba su origen, tras lo cual les maldijo diciéndoles que nunca encontraría la paz ni en vida y tras la muerte. En una segunda ocasión, con ocasión de un sacrificio, sus hijos le entregaron solo los huesos de un animal, en lugar de un buen trozo de carne como le hubiese correspondido, tras lo que los maldijo nuevamente con la predicción de que se matarían mutuamente. Y una tercera vez en que lo encerraron en un cuarto oscuro, sin tributarle los honores que le corresponderían, lanzando un tercer y último maleficio, diciéndoles que se repartirían la herencia espada en mano. Aunque también hay versiones que cuentan que las maldiciones las lanzó, porque no lo defendieron cuando fue desterrado de la ciudad. Sin embargo antes morir, tanto Creonte como Polinices, intentarían que volviese a la ciudad, ya que un oráculo vaticinaba que la ciudad donde estuviese su tumba recibiría la bendición de los dioses, pero se negó a volver.
Ante estas maldiciones, sus hijos decidieron tomar como medida para evitarlas, gobernar alternativamente la ciudad, de forma anual, siendo el primero en hacerlo Eteocles. Sin embargo todo comenzó a torcerse cuando éste se negó a entregarle el trono a Polinices cuando le correspondió, desterrándolo de la ciudad.
En su destierro, Polinices llegó a Argos, donde reinaba Adrastro, a la vez que hacía lo mismo, otro héroe, Tideo, que huía igualmente de su ciudad, Calidón, tras haber matado a su hermano Melanipo en una cacería, aunque manifestaba que fue por accidente. Al encontrarse en la entrada del palacio, tuvieron un conato de disputa entre ellos, que su sofocada por el rey de la ciudad, que pronto se percató de los emblemas que portaban en sus escudos, un león en el caso del tebano y un jabalí en el de Calidón, símbolos de sus ciudades. Como un oráculo había aconsejado al rey argivo que “Unce a un carro de dos ruedas el jabalí y el león que luchan en tu palacio”, decidió casar a sus hijas con los dos héroes, casando a Tideo con su hija Deípile y a Polinices con su hija Argia, a la vez que le prometió recuperar para él su reino, Tebas. De esta manera comenzó a gestarse la guerra a la que nos referimos.
Para llevar a cabo su promesa, Adrasto, reunió a jefes argivos, Capaneo, Hipomedonte, sobrino de Adrastro, además de su aliado arcadio Partenope y su cuñado Anfiarao. No obstante, Esquilo nombra a Eteoclo como uno de los participantes en lugar de Adrastro, que no participaría en la batalla directamente según este autor. Anfiarao poseía dotes de vidente y previó un fatal desenlace para ellos por lo que se negó a ir pese la insistencia de Adrastro. No obstante hacía tiempo estos dos cuñados, había acordado que en caso de disputa entre aceptarían la decisión que tomase la esposa de Adrastro y hermana de Anfiarao, Erifila. Pero para que este favoreciese los intereses de la guerra, Polinices intervino decisivamente. Este cuando salío desterrado de Tebas, se llevó consigo el peplo y el collar que los dioses regalaron a Harmonía, hija de Afrodita y Ares, en su boda con Cadmo. Por ello decidió entregarle el collar, para sobornarla y de esta manera Anfiarao hubo de aceptar participar en la guerra, aún siendo conocedor de su funesto final, no sin antes pedir a sus hijos que lo vengasen e iniciasen una segunda expedición que acabaría en victoria (Los Epígonos).
De esta manera quedó conformado el contingente que debería recuperar el trono de Tebas para Polinices. Pero ya en el camino hacia la ciudad, los malos augurios no cesaban, ya que a su paso por Nemea, donde reinaba Licurgo, decidirían buscar agua para abastecerse por lo que pidieron permiso a dicho rey. Este mandó a la nodriza de su hijo, Ofeltes, llamada Hipsípila, a que los condujese a la fuente, e ignorando un oráculo que decía que el niño no debía tocar el suelo hasta que anduviese, lo deposito en el mismo, bien cuando se marcharon o mientras les mostraba la fuente, según el autor, y los llevó. La cuestión es que apareció una serpiente que mató al niño, algunos cuentan que ahogándolo en la misma fuente, y cuando se percataron de ello, solo pudieron matar al reptil, y enterrar al niño. Tras este suceso, Anfiarao profetizó el mal augurio que esto suponía para su misión, y por ello fundaron los juegos Nemeos, en los que ellos mismos participaron, ganando el mismo las pruebas de salto y disco, Tideo en cesto, Polinices en pugilato y Partenopeo en tiro con arco
Ya en Tebas, enviaron a Tideo como embajador para intentar convencer a Eteocles de que le entregase el trono a su hermano, como habían pactado, pero se negó. Tras la negativa Tideo retó a duelo a todos los caballeros tebanos que quisiesen enfrentarse, y fue venciendo uno a uno, hasta que nadie más se atrevió a retarlo, pero cuando ya se marchaba al campamento con el resto de paladines, le tendieron una emboscada con cincuenta hombre, pero nuevamente, Tideo los venció, matándolos a todos excepto a uno llamado Meón.
Una vez comunicado al campamento la negativa de Eteocles, los siete paladines se colocaron frente a cada una de las puertas de la ciudad. El reparto y nombre dichas puertas, varía según el autor que leamos, pero los más comunes son:
Según Esquilo
– Tideo en la Puerta de Preto defendida por Melanipo
– Capaneo en la de Electra defendida por Polifontes
– Eteoclo en la Puerta Nueva defendida por Megareo
– Hipomedonte en la Onca-Atenea defendida por Hiperbio
– Partenopeo en la de Boreas defendida por Áctor
– Anfiarao en la Homoloide defendida por Lástenes
– Polinices en la séptima que no nombra defendida por Eteocles con lo que cumpliria el hecho que uno moriría a manos del otro
Según Eurípides
– Partenopeo en la puerta Neista
– Anfiarao en la Pretida
– Hipomedonte en la Ogigia
– Tideo en la Homoloide
– Polinices en la Crenea
– Capaneo en la de Electra
– Adrasto en la séptima puerta
Y según Apolodoro
– Adrastro en la puerta Homoloida
– Capaneo en la Ogigia
– Anfiarao en la Pretida
– Hipomedonte en la Oncaida
– Partenopeo en la de Electra
– Tideo en la Crenida
– Polinices en la Hipsista
La cosa no pintaba bien para los tebanos, por lo que acudieron a al adivino Tiresias, al que solían recurrir, para que le dijese como podría salir airosos de la batalla, y el vidente le informo que un principe de la familia real debería sacrificarse voluntariamente a Ares. Y este fue Meneceo, hijo de Creonte, el que el mismo se dio muerte ante las puertas de la ciudad. Aún así en el primer enfrenamiento, los tebanos sufrieron una estrepitosa derrota por los siete y se vieron obligados a volver a entrar en la ciudad. Pero en este punto la fortuna cambió de lado. Capaneo envalentonado cogió una escala y se dispuso a subir por el muro, pero cuando llegó a lo más alto, Zeus lo fulminó con un rayo, posiblemente porque este héroe no sentía temor por los dioses. Este hecho produjo los tebanos reavivaron su valentía e iniciaron un contraataque con fatal desenlace para tres mas de los siete, ya que Partenopeo fue muerto por el tebano Periclimeno (en otras versiones dicen que fue un tal Asfódico u otro llamado Anfidico), Hipomedonte sufrió la misma suerte a manos de Ismario e incluso el valeroso Tideo fue herido mortalmente a manos de Melanipo, casualmente llamado igual que el hermano que Tideo mató. No obstante el de Calidón aún moribundo pudo matar a su agresor, según algunos autores.
Atenea, que sentía gran aprecio por este héroe, corrió a pedirle a Zeus un elixir con el que otorgarle la inmortalidad a Tideo y así salvarle la vida. Sin embargo Anfiarao, que guardaba rencor contra él, ya que lo consideraba uno de los responsables de que él hubiese visto obligado a acudir a la guerra, corrió a matar o rematar al asesino de Tideo y le llevó, la cabeza a éste, ya moribundo, para que acabase con su venganza y, o bien a propuesta de Anfiarao o de propia iniciativa, abrió el cráneo y le sorbió los sesos. Esto fue visto por Atenea, que acudía con el elixir a salvarle, pero se sintió asqueada ante tal espectáculo y cambió de idea, dejándolo morir definitivamente.
Polinices, en un intento de evitar más muertes, decidió pedir a su hermano un combate singular, que decidiera el vencedor la contienda, a lo que Eteocles accedió, lo que llevaría al cumplimiento definitivo de la maldición de Edipo a sus hijos, ya que en este combate se mataría mutuamente.
Tras la muerte de Eteocles, Creonte se hizo cargo nuevamente del trono de Tebas, como en ocasiones anteriores, y encabezó una acometida sobre el campamento argivo. Antes esta situación y al verse en inferioridad, emprendieron la huida, Adrasto montado en su caballo alado, Arión consiguiendo escapar. Anfiarao intentó lo mismo con su carro, pero cuando estaba a punto de ser alcanzado por Periclimeno para matarlo, Zeus abrió el suelo ante el vidente, haciéndolo desaparecer, junto con el carro, caballos y su auriga, Batón. Además, el dios le otorgó la inmortalidad, y éste paso a formular sus oráculos en Oropo.
De esta forma fracasó esta primera contienda contra Tebas, y tras la derrota de los siete, Creonte prohibió sepultar los cadáveres de los Argivos, e igualmente prohibió hacerlos con Polinices, pese a pertenecer a la familia real tebana. Sin embargo la hermana de este, Antígona, desoyó esta prohibición y le dio la sepultura que merecía, lo que provocó su condena a muerte, narrada en otra tragedia de Sófocles.
Sobre la realización de los funerales al resto de cadáveres, hay versiones que dicen que Adrastro convenció a Creonte para que le permitiese llevárselos y sepultarlos. Sin embargo la versión más conocida dice que a lomos de su caballo llegó a los territorios de Teseo y lo convenció para que atacase Tebas y los recuperase, cosa que hizo, consiguiendo realizar los ritos fúnebres en Eleusis.
Pero con esta derrota no acabaría la guerra contra Tebas, ya que Adrastro volvería a organizar una nueva expedición con los descendientes de estos primeros héroes, los conocidos como los Epígonos, como ya se dijo al inicio de la entrada. Pero eso lo contaremos en otro artículo.
Neoptolemo.-
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Hola. Segun varios libros que he leido, la mitologia es la transcripcion poetica de la historia. De este modo, se dice que las invasiones de los Pueblos del Mar, es lo que realmente se cuenta en esta historia concretamente.
Eran un pueblo guerrero y barbaro de origen desconocido que asoló el Mediterraneo Oriental. Segun cierta tradicion en la Antigua Grecia, los atenienses se consideraban descendientes de los pobladores anteriores a esta invasion (jonios), mientras que los espartanos de los invasores (dorios). Era una de las muchas causas de rivalidad entre las dos grandes polis de la epoca.
Como decia, el episodio de los Siete se cree que es una de las invasiones de esta horda, y que tiene continuidad tanto mitologica como historica, pues Diomedes (uno de los grandes guerreros del ejercito griego en Troya) era hijo de Tideo. Del mismo modo, la primera destruccion de Troya por Heracles se cree que era parte de esta misma voragine.
Y el viaje del Vellocino mas de lo mismo. Da muestra del afan explorador y combativo de este pueblo. Es decir, las grandes epopeyas (Los Siete, Epigonos, viaje del Vellocino, las destrucciones de Troya) formarian parte de una gran invasion, en varias oleadas a lo largo de unas 3 generaciones.
Otra teoria sugiere que los grandes heroes griegos estan basados en caudillos reales, y que la procedencia divina que la mayoria tienen, es la forma que se tiene de justificar su superioridad ante el resto y ensalzarla, pues como ha ocurrido en otros periodos convulsos de guerras crueles,muchos niños de los que nacen no saben quien es su padre al ser seguramente fruto de la brutalidad del asalto de una ciudad o lo que sea.
De hecho, en la Guerra de Troya, se puede observar que la mayoria de caudillos tienen un linaje terrenal conocido hasta unas 2 o 3 generaciones atras cuando se les atribuye progenitor divino, lo que encajaria con el periodo de las invasiones.
Un saludo.
Gracias Neo y Amilcar, sus citas me revelan mucho conocimiento y ansiedad de saber más