Atalanta, heroína griega


Son incontables los héroes o semidioses de la mitología griega, sin embargo, a excepción de las amazonas, es difícil encontrar una figura femenina que pueda llegar a tener una consideración similar a la de los héroes masculinos, que fuesen capaces de luchar al nivel de los éstos, ya que casi siempre quedaban encuadradas bien en cuestiones familiares, bien como hechiceras y en muchos casos siendo una rémora para la acción de los héroes. Sin embargo, nuestra heroína podría considerarse esa excepción para confirmar la regla y su nombre aparece con nombre propio en algunas de las más relevantes leyendas.

La figura de Atalanta podría encuadrarse en el ámbito de la diosa cazadora Artemisa, si bien el apartado relativo a su virginidad, si bien lo uso en gran parte de su historia, no lo respetaría como si hizo la diosa.

Como pasa en la mayoría de personajes mitológicos, existen diversas versiones sobre su ascendencia, ya que, si bien mayoritariamente se la suele situar como hija de Yaso y Climene, si bien Euripides la hace hija de Esqueneo y Hesiodo la hace hija de Menalo.

Sea como fuere y como ya ocurriera con otros héroes, al nacer fue abandonada en el monte Partenio ya que su padre solo quería tener hijos, donde fue amamantada por una osa, figura recurrente la crianza por un animal en la mitología griega, hasta que fue encontrada por unos cazadores que la criaron.

Creció siempre armada y dedicada a la caza y la diosa Artemisa, por lo cual preservaba su virginidad y rehusaba el matrimonio, además de que un oráculo predijo que si se casaba se convertiría en un animal y ya sabemos lo mal que le sentaba a los dioses que no se respetasen su culto, en este caso referido a la virginidad y Artemisa. Sin embargo, sufrió un intento de violación por parte de los centauros Reco e Hileo, pero dio buena cuenta de ellos a flechazos.

Caza del Jabalí de Calidón. Peter Rubens.
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Monstruos de la Mitología Griega (1)


Dentro de la mitología griega son innumerables los monstruos que existes. Muchos de ellos son frecuentemente usados en películas y otras historias, y pese a que normalmente son seres únicos, es frecuente que suelan aparecer con grupos, tipos o especies. Para conocerlos, y como suelo hacer, nada mejor que remitirse a los orígenes y conocer la historia real para situarlos de una forma correcta.

Debido al enorme número de ellos que existen en esta mitología, no quedará más remedio que dividirlo en varias entradas, para tratar cada uno de ellos como es debido sin ser demasiado «cargantes».

Comenzamos por los mas importantes y los mas conocidos:

Tifón: Quizás no es el mas conocido de estos seres, pero sin duda es el monstruos de los monstruos, padre de la mayoría de los seres monstruosos de la mitología griega, junto a Equidna.

Es fácil deducir por su nombre que se trata de la representación de los huracanes y las tormentas más destructivas. Por algunos, también se le suele considerar el origen de alguno de los vientos. La descripción de su apariencia no puede ser mas impresionante, ya que se le describe mayor que todas las montañas y “su cabeza a veces tocaba las estrellas”. Se le otorga apariencia humana hasta cintura y a partir de ahí, todo tipo de seres espantosos, con un cuerpo alado. Al abrir los brazos, tocaba oriente y occidente con sus manos y de sus dedos salían cien cabezas de dragón, o serpientes. Además de cintura hacia abajo se encontraba rodeado de víboras y sus ojos lanzaban llamas. Hesiodo lo describe “Y de sus hombros salían cincuenta cabezas de un horrible dragón, sacando lenguas negras. Y bajo las cejas, los ojos de estas cabezas monstruosas llameaban fuego, y brotaba este fuego de todas estas cabezas que miraban. Y salían voces de todas estas cabezas horrendas...”

Tifon

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Sancho III el Mayor, rey de Pamplona


Muchos fueron los reinos y reyes que existieron durante la edad media española, sin embargo se tiende a resumirlo todo a una lucha cristiano-musulmana, narrando los hechos y personajes más significativos en referencia a esta circunstancia. Sin embargo durante los casi ochocientos años que duró este periodo, fueron muchos los sucesos trascendentales para la evolución de la política peninsular y que sin embargo son grandes desconocidos para la mayoría.

Uno de los casos más significativos que justifica esta afirmación, es la historia de rey del que trata esta entrada, Sancho III el Mayor o Sancho Garcés III el Mayor o el Grande, rey de Pamplona y el más poderoso de la península en su época, ya que llegó a controlar la casi totalidad de la España cristiana de su época, a la par que fundamental para la evolución de los reinos cristianos posteriores a su muerte. Pese a que no existen crónicas contemporáneas, aunque si posteriores a partir del siglo XII,  si se encuentran documentos de la época que hacen referencia a su gobierno.

Sancho III

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Heracles (Hércules); su origen.-


No descubro nada al decir Heracles es el héroe-semidiós por excelencia de la Mitología Griega, lo era en la antigüedad, donde cualquier ciudad que quisiera tener un origen digno, debía contar con una leyenda protagonizada por él y lo sigue siendo hoy en día, gracias a las frecuentes referencia que de él se viene haciendo en cine y televisión, bien sea por su afección griega o latina como Hercules. Sin embargo son estas últimas las que están provocando que su leyenda quede deformada en demasía, al verse obligadas a ajustarlas a lo que se piensa que debe de ser un guión de cine, lo que lleva a cambiar en muchas ocasiones su historia en un porcentaje excesivo, como si sus leyendas no fuesen ya lo suficientemente apasionantes.

                Resulta muy difícil resumir la vida de Heracles, ya que el protagonismo que llegó a adquirir le llevo a tener innumerables historias, y en caso de hacerlo se correría el riesgo de alargarlo demasiado para una entrada de blog amena o para un guión de cine, complicándolo aún más el hecho de que existan diversas versiones de una mima hazaña, dependiendo la ciudad o autor que la narre. Sin embargo si que resulta más cómodo dividir su vida y nada mejor para ello que comenzar por el principio, y contar sus orígenes para dejar claro cuáles son estos según las tradiciones más antiguas, y  ver las diferencias existentes con las versiones más cinematográficas, que para mi gusto, le roban todo el encanto que de por si ya tienen, vulgarizando su historia.

                Y la historia comienza con Anfitrión, hijo del rey de Tirinto Alceo y de Astidamía y la prometida Alcmena, hija de Electrión que reinaba en Micenas, lo cual la hacía nieta de otro semidiós, Perseo. Ambos se ven obligados a refugiarse en Tebas, gobernada entonces por Creonte, a causa del homicidio accidental de Electrión por parte de su yerno. Una vez en la ciudad, Alcmena se niega a yacer con su pareja hasta que éste no vengue la muerte de sus hermanos, fallecidos en guerra entre Electrión y su sobrino-nieto Pterelao rey de Argos. Este juramento venía enlazado por otro anterior en el que no yacería con él hasta el regreso de su padre de la guerra, hecho que no se produjo por su muerte accidental. Para ello Anfitrión solicita la cooperación de las tropas de Tebas, a lo cual Creonte en primera instancia se niega. Sin embargo le indica que si conseguía capturar una zorra, conocida como la Zorra Cadmea, que asolaba sus tierras y la cual estaba predicho que nadie cazaría, se replantearía la petición. Para ello Anfritrión pidió que participase en la cacería el perro de Procris, del cual ninguna presa escapaba. De esta se formaba una paradoja, con una zorra inalcanzable y un perro al que nada escapa, circunstancia salvada con la participación de Zeus que convirtió a los dos animales en piedra. De esta forma quedó resuelto el conflicto y Anfitrión pudo conseguir el ejército necesario para su expedición.

Heracles y las dos serpientes.-

Heracles y las dos serpientes.-

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Las guerras de los Diádocos; La herencia de Alejandro Magno.


Es muy conocida, con más o menos detalles, la historia de Alejandro el Grande y la conquista de su vasto imperio. Sin embargo, para la mayoría, con su muerte parece acabar la historia de estos territorios, si bien conocemos la repercusión cultural posterior del conocido como periodo helenístico. Pero ¿qué paso con todos esos territorios controlados? ¿Quién pasó a gobernarlos y como se distribuyeron? Vamos a tratar de conocer, al menos los pasajes más significativos de la herencia de Alejandro, pese a la complejidad que tiene resumir tantos hechos con tantos personajes, de una forma clara. Comienza la historia de los Diádocos o Sucesores de Alejandro.

Lejos quedó ya la época de las ciudades estados griegas, con gobiernos independientes, aunque con el control de las polis dominantes en cada momento, Atenas durante la parte del siglo V ac, Esparta en la transición de siglo y Tebas sustituyendo a esta última ya en el siglo IV ac. Y llegó a su final con la irrupción del Filipo II y sus macedonios, que controló bajo un único mando a los pueblos helenos. Tras él llegó su hijo Alejandro consiguiendo la expansión territorial hacia el este, hasta la India, tras acabar con el dominio persa de la zona, situando la capital de su imperio en la fastuosa Babilonia. Con todo esto quedaba casi en el olvido la Grecia clásica y su novedosa forma de gobierno demócrata, al menos en muchos de las polis. No obstante aun intentarían recuperar su independencia del poder macedonio, en varias revueltas, como la de Demóstenes en Atenas, pero todas acabarían en fracaso y acentuarían aun más el poder macedonio en la zona.

Muerte de Alejandro Magno

Muerte de Alejandro Magno

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El Tártaro; el infierno griego y sus castigos


     Es frecuente que, cuando se intenta identificar el infierno cristiano con un equivalente en la mitología greco/romano, suele hacerse comparándolo con el Erebo o Averno, según la mitología de que se trate y suele colocarse a Hades como dios de los infiernos. Pues bien, esta comparaciones son bastantes imprecisas ya que estos lugares, entes o deidades tienen un espectro mucho más amplio de acción, ya que el Erebo es todo el mundo subterráneo, donde se incluiría el mundo de los muertos, todo el mundo de los muertos, el de los buenos, que irían a los Campos Eliseos, el de los mediocres, que quedarían en la llanura de Asfódelos y el de los que iban a ser castigados eternamente, en el equivalente al infierno,  pero además formarían parte de él, todo el resto de elementos que se encuentran bajo la Tierra, y Hades seria el dios de todo ello, no solo de los muertos, también de las riquezas mineras por ejemplo, además de que no es del todo justa la imagen, que fundamentalmente gracias al cine, se tiene de este dios, como que se trata del malo de la película, ya que más bien se trata de un personaje que vive aislado de los sucesos de los humanos vivos y es lo estricto que debe de ser el encargado que los muertos no salgan de su mundo y deambulen libremente por la superficie de la Tierra. ¿Alguien puede imaginarse como podría ser un mundo donde pudieran estar mezclados vivos y muertos? Pues esta difícil misión es la encomendada a este dios.

El Tartaro

El Tartaro

               Ahora bien para identificar un infierno, como lugar de castigo de los muertos, debemos profundizar aún mucho más en las entrañas de la tierra, exactamente la misma distancia que hay desde el cielo a la tierra pero en dirección contraria, según Hesiodo esa distancia es la que recorrería un yunque de bronce cayendo durante nueve días, llegando el décimo. Y este lugar tiene un nombre, el Tártaro, uno de los entes más antiguos, ya que apareció después de Caos junto con Gea o tras ella. Al igual que ocurre con Gea, tradicionalmente se le ha considerado descendiente de Caos, pero si nos atenemos a como lo narra la Teogonía, este “apareció” después de Caos, no “nació” de Caos, al igual que ocurre con la diosa Tierra, y como si lo hizo por ejemplo Erebo.

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Claudio, un emperador singular


     Dedicaré esta entrada a un personaje, en concreto a un emperador romano, que si bien la mayoría que ostentaron este cargo tenían sus particularidades, algunos muy extremas, al que vamos a dedicar el presente artículo anda sobrado de ellas.

     Y este no es otro que Tiberio Claudio Druso, que ha pasado a la historia como el Emperador Claudio, y que socialmente es conocido por la famosa obra de Robert Graves. Nacido en Lugdunum (Lyon), en la Galia en 10 ac. en las calendas de agosto, era hijo de Decimo Nerón Druso y Antonia la Menor. De él se decía que se trataba de “un monstruo humano que la naturaleza había comenzado pero que no terminado” o que “una caricatura de hombre y aborto de la naturaleza”, y de esta forma no lo describió cualquier persona o enemigo, lo hizo su propia madre quien no dudaba en insultar a otros diciendo “eres más tonto que mi hijo Claudio”, incluso su abuelo lo consideraba digno del mayor desprecio.

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     Como es de suponer, cuando tu propia madre habla así de ti, tu infancia y juventud no pueden ser muy agradables. Pero ¿a qué se debe esta actitud? La respuesta es clara, ser trataba de un personaje con innumerables taras físicas, tales como cojera, ataques de tos, dolor intestinal, tartamudez, babeo, sufría de frecuentes espasmos y tics a la par que padecía un gran número de enfermedades. En la actualidad una de las teorías dice que podría sufrir de parálisis cerebral, pero como siempre cada uno tiene la suya. Claro está, con esta apariencia física, pronto fue considerado no apto para cargo público o privado, pese a que pertenecía a la familia real ya que era sobrino nieto de Augusto, nieto de Marco Antonio y sobrino de Tiberio. Todo esto mientras veía como la fama de su hermano, Germánico iba en aumento y se convertía en un héroe de guerra por sus campañas en Germania, de ahí su nombre, y era considerado por muchos como un posible sucesor del emperador, circunstancia truncada por su muerte.

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Tebas, la otra gran guerra de la Mitología Griega (2/2); Los Epígonos.


   Tal como anunciaba en el anterior artículo sobre la guerra de Tebas, su historia no acaba con la derrota de estos 7 caudillos.

   Diez años después, los hijos de estos reyes, a los cuales se les conocen como los “Epígonos”, deciden vengar a sus padres, pero esta vez, el oráculo profetizaba un feliz desenlace para expedición, eso sí con la única condición de que en ella debería participar Alcmeón, uno de los hijos de Anfiarao.

   No obstante éste, no está dispuesto a participar en ella, lo cual le lleva a tener una fuerte discusión con su hermano menor, Anfíloco. Por ello, tal y como había sucedido en con la de su padre, deciden que sea la madre de ambos, Erífila, la que tome la decisión. E igual que había sucedido anteriormente con su padre, el pretendiente a la corona tebana, Tersandro, hijo de Polinices, enterado de la situación, la soborna nuevamente, esta vez con el peplo de Harmonía, la cual otra vez, optaría por facilitar la participación de sus hijos en la guerra, lo que con posterioridad, provocaría un fatal desenlace para ella.

   De esta manera comenzaba la preparación del evento, que además de los ya nombrados, Alcmeón, Anfíloco y Tersandro, contarían con Diomedes, hijo de Tideo, Egialeo, hijo de Adrastro, Prómaco, hijo de Partenopeo, también llamado por algunos autores Tlesímanes o Biantes, Esténelo hijo de Capaneo y Euríalo hijo de Mecisteo. Como suele ser habitual, está lista, elaborada por Apolodoro, sufre alguna variación con otros autores, que incluirían a Poliduro, hijo de Hipomedonte y no aparecen Anfíloco ni Euríalo.

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Tebas, la otra gran guerra de la Mitología Griega (1/2); Los siete contra Tebas


Existen dos grandes guerras narradas en las leyendas de la Mitología Griega. Una es sobradamente conocida,  el famoso asedio y saqueo de Troya. Sin embargo con anterioridad ocurrió otro gran conflicto bélico, en otra ciudad, Tebas. Según muchos autores, estas dos guerras, fueron urdidas por el mismísimo Zeus con la intención a aligerar la cantidad de población que existía, y que consideraba excesivo. Sea así o no, ambas tienen un origen más terrenal y en este artículo contaremos como se desarrolló la segunda.

Esta guerra, por el control del trono de Tebas, se produjo en dos episodios. El primero conocido como “Los 7 contra Tebas”, que tratamos en esta entrada, que acabaría en fracaso, y un segundo protagonizado por los descendientes de estos primeros, al que se conoce como “Los Epígonos”, que acabaría con la toma de la ciudad.

El origen  de este conflicto se encuentra en los hechos relacionados con la tragedia del rey de la ciudad, Edipo, tras conocer éste, que hacía años había matado a su padre, Layo, rey de Tebas, al cual no conocía, y tras vencer a la Esfinge, le concedieron el trono de la ciudad y la mano de la esposa del anterior rey y a la par su madre, Yocasta, a la cual también desconocía,  con la que había tendría dos hijas, Antígona e Ismene y dos hijos Eteocles y Polinices. Todo esto provocó el suicidio de su esposa/madre y su automutilación, cegándose.

Edipo y la Esfinge

Edipo y la Esfinge

Tras estos sucesos, hay dos versiones sobre el destino de Edipo. En una de ellas, reinaría hasta su muerte la ciudad, muriendo en una batalla. Sin embargo en la versión más conocida, por la tragedias escritas por Esquilo y Eurípides entre otros, es desterrado de la ciudad por Creonte, el recurrente rey regente de la ciudad, cargó que ocupó en varias ocasiones y hermano de su difunta esposa/madre, comenzando un penoso deambular acompañado de su hija/hermana, Antígona, hasta llegar las región del Ática, cerca de la ciudad de Colono, territorios gobernados por el héroe Teseo.

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Piramides egipcias, su origen.


           Mucho se ha hablado sobre las pirámides egipcias, teorías de todo tipo, desde las meramente arquitectónicas a las teorías de índole más sobrehumana. Por ello lo mejor es conocer como aparecieron estas edificaciones, que evolución siguieron hasta su diseño definitivo, para lo que hay que tener en cuenta que se trataban meramente de edificaciones de tipo funerario, que formaban parte de un conjunto de instalaciones donde descansarían, o más bien iniciarían su viaje al más allá, formando el espacio ceremonial fúnebre de los más altos mandatarios de este reino. Para ello sería preciso situar temporal y socialmente estos comienzos, ya que estos enterramientos comienzan casi a mismo tiempo que lo hizo el reino de Egipto.

            Habría que retroceder hasta el año 3500 ac, durante el conocido como periodo Nagada II, cuando a los largo del Nilo van formándose diversos núcleos de población, entre los que surgen 4 que adquieren mayor relevancia, siendo considerados como los primeros protoreinos de la zona. Estos estaban situados en el Alto Nilo, uno más alejado, en la zona Nubia, el protorreino de Qustul y otros tres, que estarían situados en el sur de lo que sería Egipto, siendo estos los de Hieracómpolis, Nagara y Abidos. Como es normal, entre estos tres reinos surgieron las lógicas tensiones por el dominio del territorio, que acabaría con el “triunfo” de Hieracómpolis, que pasaría a dominar el Alto Nilo, situando la capital en Tinis. Sin embargo todas estas circunstancias no sucedieron de igual forma en los asentamientos de Bajo Nilo, cuyos núcleos mantendrían estructuras más propias del neolítico que de una sociedad del tipo de sus vecinos del sur.

Mapa Egipto milenio III ac.

Mapa Egipto milenio III ac.

            De esta manera, la cultura del sur fue abriéndose paso hacia el norte y a partir del 3300 ac aproximadamente, ya ha absorbido las costumbres de los poblados del delta, formando una misma unidad cultural.

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